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“Emotional Drill” explora cómo la masculinidad se entrena, se programa y se militariza desde la infancia. A través de cinco ejercicios visuales, el proyecto examina la transformación del afecto en disciplina, del cuidado en control, de la ternura en arma. Cada imagen actúa como una lección de guerra emocional: un manual para fabricar hombres obedientes y memorias falsas.


El niño ap4rende qué significa “ser hombre” a través de modelos de poder y control.
El niño ap4rende qué significa “ser hombre” a través de modelos de poder y control.
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"Le enseñaron que ser hombre era resistir. Que llorar era desertar. Así comenzó el adiestramiento."

El mito de la virilidad heroica como producto mediático. La masculinidad como programa de adoctrinamiento cultural desde la niñez.


Programas de propaganda infantil durante la Guerra Fría. En los años 50–80, EE. UU. y la URSS produjeron dibujos animados y cómics destinados a inculcar patriotismo, disciplina y miedo al enemigo. Ejemplo: “Private Snafu” (EE. UU., 1943–45) ;una serie animada creada por el ejército para “educar” a los soldados, luego replicada en contenido infantil. También libros o los manuales escolares soviéticos donde se exaltaba el heroísmo masculino.


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Cuando el militarismo domina, la figura cuidadora deja de ser fuente de protección y se convierte en instrumento de violencia. La infancia avanza sin un modelo afectivo estable, aprendiendo la fuerza (o un tipo de protección compulsiva) antes que el cuidado. Así, la violencia se convierte en herencia y el futuro se construye sobre el miedo.

               

Cuando la figura cuidadora está ausente o emocionalmente desconectada, los medios pueden ocupar ese lugar. Películas, videojuegos, noticias y redes sociales presentan la violencia como algo normal o incluso admirable. El niño recibe modelos de conducta basados en la fuerza, la confrontación y la obediencia. Así, los medios enseñan cómo sentir, cómo reaccionar y qué valorar.

                   

El niño asocia la masculinidad con la violencia y la disciplina porque la figura cuidadora que debería transmitir afecto se ve reemplazada por modelos autoritarios. Aprende que la autoridad se impone y no se dialoga. La sensibilidad se interpreta como debilidad y la fuerza como único medio general. Así, la identidad se forma desde el endurecimiento emocional, creando adultos que repiten la violencia que los educó.

                

Películas, series, juguetes, videojuegos y propaganda presentan la guerra como algo heroico o divertido.



 
 
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