MEMORIA HEREDADA
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- 16 oct
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Actualizado: 24 oct
En cuanto a memoria insertada, o aquellos recuerdos que no son realmente nuestros.
En cuanto a memoria insertada, o aquellos recuerdos que no son realmente nuestros.
La creación de memorias conjuntas puede responder a una carencia. La nostalgia reprimida impulsa la búsqueda constante de sustitutos. Persiste el recuerdo de haber intentado acercarse a alguien mediante distintos medios, con el objetivo de reemplazar su afecto por algo equivalente. Leer sobre sus intereses, aprender lo que sabe, y establecer un vínculo más profundo que un lazo superficial ,aunque este vínculo sea artificial.
Se conoce a esa persona, se comprende, y se reconstruyen sus vivencias a través de relatos indirectos. Se toma cierta satisfacción en formar parte de esa narrativa, aunque sea de manera tangencial.
En cuanto al tema central de este proyecto, me interesa el proceso mental dentro de entornos militares, específicamente el funcionamiento colectivo en estos contextos. Aunque hoy en día existen más regulaciones, basta con observar el caso de la milicia española hace algunas décadas para identificar patrones de abuso. Quien ingresaba lo hacía con pleno conocimiento de lo que implicaba: se entraba como niño y se salía como hombre, bajo una dinámica marcada por la violencia y la eliminación progresiva del individuo en favor de la estructura. Se reestructuraba tu patrón de pensamiento y no quedaba sitio para la duda. Blanco y negro.
Me pregunto cuántas personas han quedado afectadas psicológicamente por la experiencia militar. Cuántas han logrado luego establecer una familia de manera funcional. Cuántos hijos e hijas crecieron sin un vínculo sólido con sus padres, y terminaron buscando referentes alternativos sin una base real, creando memorias de paja y falsos ídolos.
La creación de memorias conjuntas puede responder a una carencia. La nostalgia

reprimida impulsa la búsqueda constante de sustitutos. Persiste el recuerdo de haber intentado acercarse a Un trofeo con medallas que nunca fueron mías
Cuando el militarismo domina, la figura cuidadora deja de ser fuente de protección y se convierte en instrumento de violencia. La infancia avanza sin un modelo afectivo estable, aprendiendo la fuerza (o un tipo de protección compulsiva) antes que el cuidado. Así, la violencia se convierte en herencia y el futuro se construye sobre el miedo.
Cuando la figura cuidadora está ausente o emocionalmente desconectada, los medios pueden ocupar ese lugar. Películas, videojuegos, noticias y redes sociales presentan la violencia como algo normal o incluso admirable. El niño recibe modelos de conducta basados en la fuerza, la confrontación y la obediencia. Así, los medios enseñan cómo sentir, cómo reaccionar y qué valorar.
El niño asocia la masculinidad con la violencia y la disciplina porque la figura cuidadora que debería transmitir afecto se ve reemplazada por modelos autoritarios. Aprende que la autoridad se impone y no se dialoga. La sensibilidad se interpreta como debilidad y la fuerza como único medio general. Así, la identidad se forma desde el endurecimiento emocional, creando adultos que repiten la violencia que los educó.
Películas, series, juguetes, videojuegos y propaganda presentan la guerra como algo heroico o divertido.


























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